INTRODUCCIÓN
Me parece muy importante abordar, aunque sea de manera breve pero clara, el tema de la inflamación crónica de bajo grado y las numerosas enfermedades que trae asociadas. Constantemente veo como avanza la sociedad en muchos aspectos, sin embargo, hemos llegado a un grado en el que las principales causas de muerte son, en gran medida, prevenibles. En los países “desarrollados” hemos dejado muy atrás enfermedades que hace no demasiado tiempo eran mortales, para dar la bienvenida a otras muchas que, en parte, nos generamos nosotros mismos con el actual estilo de vida.
Te invito a que leas el artículo con calma, y que valores si alguien de tu entorno o quizás tú, tiene más de dos o tres factores de riesgo de los que vamos a nombrar. En el caso de ser así, no te apures, no todo es de color negro. Puedes decidir tomar el control y darle un giro a tu vida, ya que, en muchos casos, tienes en tu mano las herramientas necesarias para ello. ¿Por qué no empezar hoy? ¡Vamos al lío!
MORTALIDAD E INACTIVIDAD FÍSICA
Antes de meternos de lleno en el tema, vamos a mirar algunos datos interesantes. Según la OMS, en el año 2016 las principales causas de muerte en el mundo son las siguientes.
Como podemos observar, dentro de las 10 principales causas de mortalidad, 6 son enfermedades no transmisibles (problemas cardíacos, pulmonares, cáncer, diabetes…). Llamativo, pero si nos centramos únicamente en países con rentas medias-altas la cosa cambia aún más.
En este caso, únicamente 2 de las 10 no son por enfermedades no transmisibles. Quizá ahora estés pensando que enfermedades como el cáncer o un infarto de corazón, aunque sean de carácter no transmisible, son acontecimientos contra los que no podemos lidiar. Pues bien, sigamos recopilando datos.
Según la OMS la falta de actividad física esta relacionada con mayor riesgo de padecer enfermedades no transmisibles. Estas enfermedades, que son de larga duración y evolución lenta en el tiempo, las podemos agrupar en cuatro grupos principales (OMS, 2014):
- Enfermedades cardiovasculares (ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares…).
- Cáncer (de colón, de mama…).
- Enfermedades respiratorias crónicas (asma, enfermedad pulmonar obstructiva…).
- Diabetes mellitus tipo 2 (precedida por la resistencia a la insulina).
En el año 2008 enfermedades como la diabetes tipo 2, o los cánceres de colon y mama, fueron responsables de 5 millones de muertes (Leal, Lopes, & Batista, 2018).
Quizá oigas a menudo los diferentes factores de riesgo precursores de dichas enfermedades (tensión arterial, obesidad, sedentarismo…), y sin embargo te líes un poco pensando en estos factores como condiciones aisladas, que nada tienen que ver unas con otras, y que te pueden, o no, tocar como causa del azar. Pues bien, esto no es así. Me gustaría simplificarlo todo mucho más y que entiendas que todos estos factores coexisten entre sí, y que, normalmente, unos son causa directa de otros, teniendo, prácticamente todos, un origen común. La obesidad. Y prefiero decirlo así de claro, y focalizar toda la atención hacia un solo factor, porque tengo la sensación de que, al decir tantos nombres, factores de riesgo, y consecuencias directas de estos, las personas acabamos mezclándolo todo en un mismo saco, y al final no sabemos muy bien por donde nos vienen los tiros. Podemos concluir por tanto que esta obesidad, causada generalmente por el sedentarismo y una mala alimentación, genera inflamación crónica, la cual es precursora de muchas de las enfermedades no transmisibles actuales.
INFLAMACIÓN CRÓNICA Y ESTILO DE VIDA
La inflamación es una respuesta del organismo ante un agente estresor para restaurar lesiones tisulares y agentes patógenos (Landskron, De La Fuente, Thuwajit, Thuwajit, & Hermoso, 2014). Es algo natural, totalmente necesario y con lo que convivimos cada día. Por ejemplo, la fiebre que sufrimos tras una infección no es más que la respuesta inmune de nuestro organismo para combatir dicha situación a través de la inflamación aguda.
Pero como todo, en su justa medida, y cuando esta inflamación se convierte en algo crónico, deja de tener su efecto beneficioso sobre el organismo y pasa a ser la precursora de numerosas afecciones. La inactividad física contribuye a la acumulación de grasa visceral y como consecuencia, a la activación de numerosas vías proinflamatorias que pueden acabar causando diversas enfermedades (Pedersen, 2009).
Pero ¿cómo sucede esto? Al igual que el tejido muscular, el tejido adiposo también es un órgano endocrino, debido a que produce cambios en otros tejidos corporales mediante la producción de adipocinas que participan en numerosos procesos metabólicos como el apetito y la saciedad, el gasto energético, la sensibilidad a la insulina, la función cardiovascular y la inflamación (Flehmig et al., 2014).
Cuando nos encontramos en una situación de balance energético positivo (es decir, consumimos más calorías de las que gastamos), este excedente se empieza a acumular como grasa ectópica alrededor de diferentes órganos (corazón, páncreas, hígado…). Estos adipocitos se encuentran inflamados infiltrándose en ellos una serie de macrófagos que van a desencadenar una respuesta proinflamatoria en el organismo aumentando el riesgo de padecer numerosas enfermedades. Y este es el inicio, a nivel fisiológico, de la mayoría de las afecciones que sufrimos en la actualidad.
Por ejemplo, en la EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), las citocinas IL-6 e IL-8 promueven la inflamación crónica de las vías respiratorias. Estas respuestas inflamatorias en la EPOC promueven la progresión del tumor pulmonar. La enfermedad autoinmune de la artritis reumatoide también es producida por respuestas inflamatorias, mediadas por citocinas inflamatorias como TNF-α (factor de necrosis tumoral) (Flehmig et al., 2014). Por otro lado, varias enfermedades neurodegenerativas están relacionadas con una respuesta inflamatoria local en el cerebro, y el estado proinflamatorio crónico aumenta dicha expresión.
Por lo tanto, no se puede negar la relación entre el acúmulo de esta grasa visceral y el desarrollo de diferentes enfermedades por medio de la inflamación crónica de bajo grado. Y este aumento de la grasa corporal, como ya venimos repitiendo, viene de la mano de un balance energético positivo junto a bajos o nulos grados de actividad física. En consonancia con esto, en el siguiente estudio, se pidió a un grupo de hombres jóvenes sanos y activos que disminuyeran su número de pasos diarios a apenas 1500 durante dos semanas. Al finalizar la intervención disminuyó su sensibilidad a la glucosa así como una atenuación del metabolismo lipídico postprandial y un aumento del 7% en la masa grasa intraabdominal (Olsen, Krogh-Madsen, Thomsen, Booth, & Pedersen, 2008). Los Amish de Canadá nos dan más ejemplos de la importancia de la actividad física diaria. Su ingesta calórica es bastante más elevada que los no Amish de la misma región, sin embargo, tienen una vida bastante activa realizando entre 14000 y 18000 pasos de media al día, y esto se traduce en un porcentaje de obesidad casi inexistente (Booth, Roberts, Thyfault, Ruegsegger, & Toedebusch, 2017).
Por tanto, si tienes algunos de los factores de riesgo nombrados, como tensión arterial elevada, dislipidemia, hiperglucemia y, sobre todo, obesidad abdominal, ya sabes todas las consecuencias que puede traer y cual es la forma de empezar a darle solución. ¡Ánimo!
CONCLUSIÓN
La actividad física es medicina. Podría cerrarse el artículo únicamente con esa frase y ser suficiente, pero se sigue gastando mucho dinero y recursos en otras direcciones. En países desarrollados, más gasto en medicina no se traduce en mejoras en la salud púbica. Esto es un hecho, pero al que se le hace oídos sordos. ¿Qué quiero decir esto? Que en países desarrollados se sigue invirtiendo dinero en máquinas de diagnóstico por imagen mejores, o en el desarrollo de nuevos fármacos que traten de revertir o paliar las enfermedades de las que hablamos en el artículo, en lugar de atacar el problema desde la raíz, con medidas de prevención o incluso mejores terapias como ya lo han demostrado que son la actividad física y la nutrición. Es como si llevas a tu hijo a un colegio privado y suspende. Tu, como medida para mejorar, decides pagar más dinero cada mes con la esperanza de obtener mejores resultados. Con ese dinero extra, el colegio comprará mejores ordenadores y pizarras interactivas, ¿no? Pues, evidentemente, por mucho dinero que este padre o madre invierta en el colegio, su hijo seguirá suspendiendo hasta que no se ataque el problema de raíz que no es ni más ni menos que no se pone a estudiar. ¡A sí que ya sabes, invierte menos en pastillas y más en zapatillas!
BIBLIOGRAFÍA
Booth, F. W., Roberts, C. K., Thyfault, J. P., Ruegsegger, G. N., & Toedebusch, R. G. (2017). Role of Inactivity in Chronic Diseases: Evolutionary Insight and Pathophysiological Mechanisms. Physiological Reviews. https://doi.org/10.1152/physrev.00019.2016
Flehmig, G., Scholz, M., Klöting, N., Fasshauer, M., Tönjes, A., Stumvoll, M., … Blüher, M. (2014). Identification of adipokine clusters related to parameters of fat mass, insulin sensitivity and inflammation. PLoS ONE. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0099785
Landskron, G., De La Fuente, M., Thuwajit, P., Thuwajit, C., & Hermoso, M. A. (2014). Chronic inflammation and cytokines in the tumor microenvironment. Journal of Immunology Research. https://doi.org/10.1155/2014/149185
Leal, L. G., Lopes, M. A., & Batista, M. L. (2018). Physical Exercise-Induced Myokines and Muscle-Adipose Tissue Crosstalk: A Review of Current Knowledge and the Implications for Health and Metabolic Diseases. Frontiers in Physiology, 9, 1307. https://doi.org/10.3389/fphys.2018.01307
Olsen, R. H., Krogh-Madsen, R., Thomsen, C., Booth, F. W., & Pedersen, B. K. (2008). Metabolic responses to reduced daily steps in healthy nonexercising men. JAMA – Journal of the American Medical Association. https://doi.org/10.1001/jama.299.11.1259
OMS (2014). Informe sobre el estado mundial de las enfermedades no transmisibles 2014
OMS (2018). Las 10 principales causas de defunción. Recuperado de: http://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/the-top-10-causes-of-death
Pedersen, B. K. (2009). The diseasome of physical inactivity – and the role of myokines in muscle-fat cross talk. Journal of Physiology. https://doi.org/10.1113/jphysiol.2009.179515