INTRODUCCIÓN
Todos sabemos que la función de la masa muscular es la de dar movimiento y sostén al cuerpo. Sin embargo, el papel del músculo, como he comentado en otros artículos, está siendo redescubierto en los últimos años como un elemento mediador en numerosos procesos fisiológicos de todo el cuerpo, más allá del propio movimiento. Dado su papel, el músculo esquelético debería catalogarse como un verdadero órgano endocrino. Veamos por qué.
Lo primero de todo es aclarar exactamente a que hacemos referencia cuando hablamos del sistema endocrino. Por sistema endocrino entendemos al conjunto de órganos y tejidos que liberan sustancias (hormonas) al torrente sanguíneo con la función de interactuar y producir cambios en otras partes del cuerpo. Según el lugar de actuación de dichas hormonas distinguimos entre autocrino (en el propio tejido), paracrino (tejidos “vecinos”) y endocrino (en cualquier parte del organismo).
Pues bien, el músculo esquelético tiene la capacidad de intervenir y regular otros órganos del cuerpo (de manera endocrina) y la propia masa muscular (autocrina) mediante la secreción de moléculas señalizadoras llamadas mioquinas. Las mioquinas son citocinas que reciben ese nombre al ser producidas por la masa muscular. Por ejemplo, las citocinas producidas por el tejido adiposo se les denomina adipocinas.
Es decir, al fin y al cabo, las citocinas son producidas por diferentes tejidos corporales, pero el tejido muscular ocupa (o debería ocupar) la mayor parte del peso total de nuestro cuerpo, con lo que su papel como órgano regulador se ve magnificado debido a su proporción en el organismo.
PRINCIPALES MIOQUINAS
Como hemos comentado, el músculo es un órgano endocrino, debido a la secreción de moléculas que regulan la actividad y el metabolismo de otros tejidos. Hay que destacar que, aunque estas moléculas reguladoras se secretan en reposo también, el efecto y la producción de las mismas mediante las contracciones musculares es mucho mayor.
A continuación, vamos a repasar las principales mioquinas y sus principales funciones.
- Interleukina 6 (IL6): en un principio esta mioquina generaba controversia ya que se le atribuían efectos pro y antiinflamatorios. Hoy en día sabemos que según donde y en que circunstancias sea producida tendrá una función u otra. Mientras que la IL6 producida por el tejido adiposo tiene efectos proinflamatorios, la producida por el músculo mediante las contracciones musculares posee de manera directa o indirecta efectos antiinflamatorios. Además, incrementa la producción de glucosa hepática durante el ejercicio, activa la lipólisis del tejido adiposo y mejora la captación de glucosa y ácidos grasos por parte del músculo. (Pedersen & Febbraio, 2012). También se ha observado que estimula la proliferación de las células β del páncreas reduciendo la apoptosis (muerte celular programada) (Karstoft & Pedersen, 2016).
- Interleukina 15 (IL15): posee también efectos antiinflamatorios cuando es producida por la masa muscular. Esta mioquina incrementa su expresión mediante el ejercicio con cargas y también se la relaciona con la mejora de la resistencia a la insulina. Además, tiene un papel anabólico promoviendo la hipertrofia muscular y evita que se deposite más grasa en el tejido adiposo (Karstoft & Pedersen, 2016).Es decir, tiene un papel metabólico muy importante llegándose a relacionar en personas, la cantidad de IL15 con la cantidad de tejido adiposo corporal de manera inversa (Nielsen & Pedersen, 2008).
- Irisina: la Irisina se libera a la circulación de manera dependiente al ejercicio. Tiene un papel metabólico muy importante ya que actúa “marronizando” el tejido adiposo blanco. Es importante saber que existen dos tipos de tejido adiposo: el blanco y el marrón (o grasa parda). La peculiaridad de la grasa parda es que actúa como regulador térmico del organismo (función protectora contra el frío) y, por tanto, consume energía. Es decir, somos capaces de quemar más grasa desde el propio tejido graso (Leal, Lopes, & Batista, 2018). También estimula el crecimiento de los osteoblastos en el hueso, potenciando su formación y fortaleza (Colaianni, Mongelli, Colucci, Cinti, & Grano, 2016).
- Ácido β-aminoisobutírico (BAIBA): juega un papel clave contra la obesidad ya que al igual que la irisina interviene en la marronización del tejido adiposo blanco, además de estimular la oxidación de ácidos grasos, reducir la lipogénesis (acumulación de grasa) del tejido adiposo blanco y atenuar la inflamación y resistencia a la insulina. También atenúa la apoptosis hepática, y tiene un papel importante contra los riesgos cardiometabólicos (Leal et al., 2018).
Existen otras muchas mioquinas con funciones importantes a nivel endo y autocrino, como por ejemplo la decorina, que se relaciona con la hipertrofia muscular debido a que inactiva el papel de la miostatina cuyas funciones son inhibir el crecimiento muscular.
También es importante destacar como las contracciones musculares inducidas por el ejercicio inciden, de manera más o menos directa, en el cerebro. Las contracciones musculares promueven la expresión de neurotrofinas en el cerebro, siendo una de las más importantes el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), (que también es producido directamente por el músculo esquelético entre otros tejidos). Su producción se relaciona positivamente con la salud neuronal y la prevención de enfermedades neurodegenerativas. ¿Te acuerdas de la irisina comentada más arriba? Pues parece ser que también interviene en la producción cerebral de BDNF (Phillips, Baktir, Srivatsan, & Salehi, 2014).
Y por último destacar que el ejercicio físico, mediante diversas vías de señalización (como las mioquinas) produce efectos beneficiosos en la microbiota intestinal, que a su vez ayuda a regular todo el organismo en general (debido a la comunicación existente entre microbiota y otros tejidos) (Cerdá et al., 2016).
MÚSCULO. ÓRGANO ENDOCRINO
Como hemos podido ver, el papel de la masa muscular sobre otros tejidos es innegable. Efectos positivos sobre el páncreas, hígado, cerebro, y sobre el propio tejido adiposo (entre otros) lo que, de manera indirecta, repercute sobre el resto de los tejidos. ¿Qué quiero decir? Pues que, a parte de la relación directa, y positiva, de la “comunicación” de la masa muscular con el resto del organismo mediante la producción de mioquinas, la reducción del tejido adiposo también va a repercutir de manera indirecta sobre dichos órganos al reducir la inflamación crónica del organismo. Y esto me parece de vital importancia debido a las repercusiones, como digo, que tiene la reducción del tejido graso per se. Tenemos que darnos cuenta, de que vivimos en un mundo bastante “enfermo”. Cáncer, diabetes, sarcopenia etc. Lo que no tenemos que pensar, es que muchas de estas patologías no tienen ninguna relación entre sí. Si observas bien, muchas de las personas de tu alrededor que, por desgracia, tienen alguna de estas patologías, seguro que cumplen (la gran mayoría) el prototipo de persona sedentaria, con estrés, sobrepeso y obesidad abdominal marcada. Esto no es casualidad.
El tejido muscular y el tejido graso están en constante comunicación. El problema viene cuando ambos tejidos no se encuentran en unas proporciones óptimas o saludables. Cuando el tejido graso gana la “partida” al tejido muscular en proporción corporal, este induce al organismo a un estado de inflamación crónica de bajo grado, que es el principio de muchas de las enfermedades citadas. ¿Has oído muchas veces esto de la inflamación, pero no tienes del todo claro que significa? No te preocupes, en el siguiente artículo profundizaré mucho más en el tema.
En cuanto al tipo de ejercicio a realizar, duración e intensidad y su relación con la producción de mioquinas, es algo en lo que aún queda mucho por profundizar. Las contracciones musculares por si mismas, provengan de ejercicios con cargas o ejercicios aeróbicos, producen igualmente liberación de mioquinas, aunque si es cierto que algunas, como por ejemplo la IL15, tienen una mayor producción con ejercicio de fuerza respecto al aeróbico.
CONCLUSIONES
El papel de la masa muscular cómo órgano mediador entre tejidos está bastante claro. No obstante, aún quedan por conocer muchas vías de actuación de las mioquinas conocidas y, seguramente, nuevas mioquinas musculares.
Al ser el órgano más grande del cuerpo, su buen funcionamiento se hace (o se debería hacer) imprescindible. Sin embargo, quiero concluir con una reflexión acerca de este tema. ¿Qué es la calidad muscular? Ojo, no cantidad, si no calidad. Podríamos definir calidad como el grado de buen funcionamiento de algo. ¿No? Parece que todos tenemos claro que, si tenemos un hígado graso, ese hígado no tiene buena calidad y por tanto debemos tomar medidas como evitar consumir bebidas alcohólicas. Si tenemos una diabetes tipo 2, tenemos claro que nuestro páncreas en ese momento no goza de una buena calidad y tomamos las medidas oportunas.
Ahora bien, si tenemos una osteoporosis avanzada, una resistencia a la insulina, dislipidemia, o simplemente no somos capaces de levantarnos desde el suelo ¿no tendríamos que pensar que quizá nuestra masa muscular no tiene una calidad idónea y por ello deberíamos empezar a tomar las medidas oportunas? Mientras no enfoquemos, de verdad, la mirada en el origen de muchos de los problemas modernos, seguiremos dando palos de ciego, y mucha gente no llegará a entender (repito de verdad) que muchas enfermedades actuales tienen su origen en la proporción entre tejido muscular y tejido adiposo. En dos palabras: Composición corporal.
BIBLIOGRAFÍA
Cerdá, B., Pérez, M., Pérez-Santiago, J. D., Tornero-Aguilera, J. F., González-Soltero, R., & Larrosa, M. (2016). Gut microbiota modification: Another piece in the puzzle of the benefits of physical exercise in health? Frontiers in Physiology. https://doi.org/10.3389/fphys.2016.00051
Colaianni, G., Mongelli, T., Colucci, S., Cinti, S., & Grano, M. (2016). Crosstalk Between Muscle and Bone Via the Muscle-Myokine Irisin. Current Osteoporosis Reports. https://doi.org/10.1007/s11914-016-0313-4
Karstoft, K., & Pedersen, B. K. (2016). Skeletal muscle as a gene regulatory endocrine organ. Current Opinion in Clinical Nutrition and Metabolic Care. https://doi.org/10.1097/MCO.0000000000000283
Leal, L. G., Lopes, M. A., & Batista, M. L. (2018). Physical Exercise-Induced Myokines and Muscle-Adipose Tissue Crosstalk: A Review of Current Knowledge and the Implications for Health and Metabolic Diseases. Frontiers in Physiology, 9, 1307. https://doi.org/10.3389/fphys.2018.01307
Nielsen, S., & Pedersen, B. K. (2008). Skeletal muscle as an immunogenic organ. Current Opinion in Pharmacology. https://doi.org/10.1016/j.coph.2008.02.005
Pedersen, B. K. (2009). The diseasome of physical inactivity – and the role of myokines in muscle-fat cross talk. Journal of Physiology. https://doi.org/10.1113/jphysiol.2009.179515
Pedersen, B. K., & Febbraio, M. A. (2012). Muscles, exercise and obesity: Skeletal muscle as a secretory organ. Nature Reviews Endocrinology. https://doi.org/10.1038/nrendo.2012.49
Phillips, C., Baktir, M. A., Srivatsan, M., & Salehi, A. (2014). Neuroprotective effects of physical activity on the brain: a closer look at trophic factor signaling. Frontiers in Cellular Neuroscience. https://doi.org/10.3389/fncel.2014.00170